26 enero 2009

Contradiciendo el futuro


La verdad es que las predicciones de los modelos para el clima del futuro van en sentido opuesto al duro invierno que padecemos en Europa Occidental este año. Se supone que el aumento del CO2 tiene que calentar más las latitudes altas que las medias o bajas, por lo que deberían disminuir los contrastes térmicos en el Atlántico, causa principal de los vientos del oeste y de las borrascas. En la revista digital RAM se ha publicado ya un artículo divulgativo sobre el fenómeno de la "ciclogénesis explosiva" que afectó entre el viernes y el sábado al sur de Francia y norte de España. Se puede leer aquí: El concepto de ciclogénesis explosiva :: Revista del Aficionado a la Meteorología .

Una cosa son las borrascas y otra los huracanes, aunque bien es verdad que tampoco es incorrecto decir que una borrasca como la vivida produjo vientos huracanados, si nos referimos a su fuerza, no a su duración ni su génesis. Los huracanes necesitan aguas calientes para desarrollarse, mantenerse y durar. Las borrascas no, y muchas de éstas se forman, incluso de forma explosiva, en latitudes bastante frías. El contraste térmico entre dos masas de aire distintas que se empujan violentamente está en su origen. Teóricamente, si el contraste disminuye por culpa del CO2, la violencia y la frecuencia de las borrascas atlánticas también debería hacerlo.

Por el contrario, en los huracanes o ciclones tropicales no es el empuje entre masas de aire diferentes lo que está en su origen. En su génesis, uno de los factores más importantes es la temperatura del agua, porque es el proceso de evaporación-condensación lo que les nutre de energía.

Sin embargo, a pesar del alarmismo del calentamiento global causado por el CO2, no se detecta un aumento en la formación de ciclones tropicales. Una cierta tendencia al aumento en el Atlántico se ha visto compensada en las últimas décadas por una cierta tendencia a la disminución en el Pacífico.

La gráfica de arriba recoge un índice cada vez más objetivo y más usado para determinar el devenir de la actividad ciclónica tropical a lo largo de los años. Es el índice ACE (Accumulated cyclone energy) del hemisferio norte y mide la acumulación de energía ciclónica de cada temporada, teniendo en cuenta el número de huracanes, su duración y la fuerza de los vientos que provocan. No es fácil observar tendencia alguna en los últimos 60 años.

ref.: Ryan N. Maue, Seasonal Tropical Cyclone Activity