02 mayo 2011

Aves y murciélagos

Hoy comienza en Trondheim un congreso sobre la energía eólica y sus impactos medioambientales. Varias de las ponencias tratarán de la mortalidad que las aspas de las turbinas causan entre diversas especies de aves, especialmente buitres y águilas. Según uno de los ponentes, el español Alvaro Camiña, sólo en el Sistema Ibérico se registraron 732 muertes de buitres leonados entre el 2002 y el 2006 por causa de las colisiones.

El verano pasado, de excursión en Francia, me entró una noche un murciélago en el cuarto. Después de darse unos cuantos golpes contra las paredes, que escuché pero no ví pues me tapé cobardemente con las sábanas, encontró otra vez la ventana y siguió haciendo lo suyo, cazar y comer mosquitos, supongo. Los murciélagos corren también peligro por la proliferación de la energía eólica. Al parecer, por razones poco claras son atraídos ingenuamente por el giro de las aspas. Menos mal que en Francia hay unas 800 pequeñas organizaciones ferozmente antieólicas por lo que el murciélago que me visitó probablemente siga vivo, hazaña difícil en Portugal o España (Apostar na miséria estética).

Un artículo de Abril en Science trata de la importancia económica de los murciélagos en la agricultura, pues son grandes devoradores del mayor enemigo de las cosechas: los insectos. Se ha calculado que una colonia de 150 murciélagos en Indiana se come al año 1,3 millones de pequeños demonios. Se estima en el artículo que el beneficio económico de los murciélagos es de unos 30 euros por hectárea al año, pero se piensa que varios cientos de miles de ellos morirán en Estados Unidos si las aspas proliferan al ritmo que gustaría a las grandes corporaciones ecologistas y a algunas grandes eléctricas.

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